Renault acaba de resucitar la marca Alpine que adquirió a su fundador Jean Rédélé a finales de 1972. Hace ya más de veinte años que no se fabricaba un automóvil con ese mítico logo, siempre ligado a grandes éxitos en competición. El propio Carlos Gohsn (presidente de la compañía) apostó muy fuerte desde 2012 por el relanzamiento de la firma y la producción de un digno heredero de la «berlinette» A110. Tanto, que ni siquiera la fallida operación industrial con Caterham (2014) hundió el proyecto, que mantuvo contra viento y marea la fecha de salida del nuevo modelo no más tarde de 2017.
Y, como no podía ser de otra forma, fue denominado A110, como su famoso antecesor, del que también ha recuperado buena parte de sus líneas maestras. El público de ClassicAuto podrá disfrutar de este nuevo deportivo recién lanzado en España en el stand oficial de Alpine, junto a su antecesor, la mítica «berlinette» de los años ’60/70. Y comprobar cómo ha evolucionado la tecnología y el diseño sin variar ni un ápice su espíritu.
El fundador de Alpine concibió sus coches en base a la ligereza y al placer de conducir, apoyándose en la mecánica sólida y fiable de Renault. Fue pionero en los años ’50 en el empleo de la fibra de vidrio para las carrocerías, acoplándolas a livianos chasis de viga central. Los sucesivos Alpine A106 y A108, basados en la mecánica de producción del Renault 4CV y Dauphine, fueron gestando el deportivo definitivo: el A110. Bajo y ancho, con motor y suspensiones del Renault 8 y muy liviano, se convirtió inmediatamente en un ganador de rallyes. Sus 1.100 cc de cilindrada en 1962 llegaron hasta los 1.800 en las versiones de competición de los años ’70, triplicando su potencia. Pero también fue mejorando paulatinamente su suspensión, sus frenos, su anchura… Durante más de una década estuvo en producción, en la propia fábrica de Dieppe y en otros países, como España. Aquí, en su pequeña planta de Valladolid, se produjeron a mano ejemplares como el 1400 que se muestra en el stand.
Alpine basó su estrategia comercial -durante los años ’50 y ’60- en la competición. Rallyes con sus A106 y A108 de producción y circuitos, con sus prototipos M60 y serie 200 en las 24 Horas de Le Mans y carreras de Resistencia, y también monoplazas de diversas Fórmulas. Desde 1965 Rédélé tenía un exitoso acuerdo comercial con Renault y actuaban como verdadero Departamento de Competición de la Régie. Pero poco a poco sus coches azules fueron conocidos como Alpine-Renault y en 1973 la marca fue definitivamente absorbida por el gigante francés. Ese mismo año, los Alpine A110 ganaron el Campeonato del Mundo de Rallyes y, por segunda vez, el Rallye de Montecarlo. Luego los objetivos pasaron a ser más ambiciosos: las 24 Horas de Le Mans -que se ganaron finalmente en 1978- y la Fórmula 1, aunque ya bajo los colores propios -amarillo y negro- de Renault.
Alpine fue difuminándose poco a poco, en parte porque nunca consiguió superar el éxito del A110. Ni el anguloso A310 con su poderoso motor V6, ni los sucesivos GTA y A610 consiguieron ventas más que anecdóticas en la década siguiente. Renault dedicó la fábrica de Dieppe a la fabricación de sus versiones especiales «Renault Sport»: R5, R11T, R21T, Spider RS, Clio y Mégane (en sus diferentes variantes)… Durante dos décadas no salió de la planta ningún nuevo Alpine, hasta los primeros prototipos «preserie» -como el A110-50- de 2012.
Renault ha invertido 35 millones de euros en modernizar la factoría de Dieppe para que vuelva a producir la nueva generación de Alpine. Sin duda su estética recuerda en muchos detalles a la «berlinette» (aunque más alto) y también cuenta con un motor Renault situado en la parte trasera (con 252 CV de potencia y 320 Nm). Y por si quedara alguna duda, también ha sido denominado A110.
Eso sí, no tiene una. El nuevo Alpine basa su ligereza general en el aluminio. Todo él es un «meccano» de planchas de ese metal encoladas o remachadas, proporcionando una tremenda rigidez de alta tecnología y un peso-pluma final apenas superior a los 1.000 kg. Además, el moderno A110 conserva sus ruedas traseras motrices, su motor posterior (acoplado a una caja de cambios automática Getrag de siete velocidades) y es capaz de pasar de 0 a 100 Km/h en apenas 4,5» y alcanzar los 250 Km/h. Incluso sus líneas clásicas han sido estudiadas aerodinámicamente para una estabilidad perfecta. Un Alpine digno de su nombre.
El «A110 Légende» está diseñado para un mayor confort, con asientos regulables eléctricamente, tapicería de cuero, sistema de sonido, cámaras y radares de aparcamiento... Más comodidad a cambio de algunos kilos adicionales.